La escuela no debe estar nunca al servicio de un partido político, no debe subordinarse a intereses partidarios de nadie, y en eso estamos de acuerdo.
Pero he leído algunos estados de Facebook que plantean que no debe hablarse de Maldonado en las escuelas, argumentando que la escuela debe ser apolítica.
No preguntarnos en las escuelas dónde está Maldonado, no hablar en las escuelas de algo que nos está pasando, es tapar el sol con las manos, y esa es una posición política, es un acto político, es una forma de adoctrinamiento, es decirle a nuestros pibes que no se metan, que por algo será, que la vida de ese joven pelilargo no vale nada.
Es enseñar el descompromiso, el individualismo, la falta de solidaridad.
La educación debe ser laica y apartidaria, pero nunca apolítica.
Debe ser política y de hecho lo es.
La educación nunca es neutra u objetiva, siempre es subjetiva e ideológica, como toda acción humana. La ideología es una cosmovisión del mundo y de la vida cotidiana, todos tenemos ideología aunque no lo sepamos y todos actuamos políticamente, en tanto nuestras acciones modifican o no, la realidad que nos rodea.
La política puede definirse como toda actividad, tendiente a la búsqueda, al ejercicio, a la modificación, al mantenimiento, a la preservación o a la desaparición del poder público.
La educación es una actividad, una acción tendiente a la preservación o a la modificación de la realidad de los sujetos, por tanto es política.
Uno educa para algo, para que los estudiantes sean más obedientes, más sumisos, más incondicionales del orden establecido, para repetir de memoria conocimientos producidos por otros; o bien, educa para que la gente sea más libre, más humana, mas pensante, más solidaria, más crítica, para que sean capaces de construir sus propios conocimientos, de tomar la palabra, de mirar críticamente la realidad.
Por eso, unos adoptan la posición política de no hablar de Maldonado en las escuelas, y otros, elegimos hablar.
Unos eligen la complicidad, otros no.
Juan Menoni